Los enólogos hoy en día utilizan técnicas para bajar la acidez del vino y mejorar su sabor. También hacen más variado su sabor, o suben el nivel de azúcar fermentándolo parcialmente. Marcar una diferencia en el vino, puede hacerse desde el tipo de recipiente que se usa en la fermentación (madera por ejemplo), los tiempos o los sulfitos que se agregan.
Los procesos de fermentación pueden durar tres días, o meses y la maduración puede durar un par de años o varios. La ubicación de los viñedos, el suelo, el clima y el trabajo de los viticultores influye en el tipo de uvas y por lo tanto en el sabor del vino.
Los vinos blancos, en cambio, se diferencian por ser elaborados con uvas blancas, aunque también se pueden hacer con uvas tintas, pero es poco común. A pesar de su nombre, no son blancos, sino que tienen tonos que van desde amarillos claros hasta anaranjados, con diversos tonos de dorados.
De la misma forma que los vinos tintos, gran parte de los blancos se suelen clasificar por la uva, por las cantidades de azúcar (secos, semisecos o dulces), por la fermentación y forma de macerar (fermentación en barrica, crianza en barrica, espumosos), o por sus formas de crianza (oxidativa en barrica, inerte en depósitos).